jueves, 6 de febrero de 2014

EN LA ORGANIZACION DESDE UNA PERSPECTIVA PSICODINAMICA

Título : Las lógicas ded control en la organización desde una perspectiva psicodinámica
Fecha de creación : 2013
22-oct-2013
Autor : Burgos, Martha Isabel








El control visto desde la psicodinámica
El término control desde la perspectiva psicodinámica fue introducido por Freud en 1919 y sistematizado en 1925 por la International Psychoanalytical Association (IPA) como una práctica obligatoria en el proceso psicodinámico, como lo definen LaPlanche y Pontalis:
Psicoanálisis llevado a cabo por un analista en período de formación y del cual da cuenta periódicamente, a un analista experimentado que le guía en la compresión y la dirección de la cura y le ayuda a tomar conciencia de su contratransferencia (1996, p.24).
El control es uno de los pilares en el proceso de la formación psicodinámica que


permite el ajuste de la labor clínica al analista, ya que crea un espacio de intercambio para el esclarecimiento, orientación para las diferentes transferencias que se presentan en el trabajo cotidiano de éste y sus pacientes, en conjunto con un profesional en psicoanálisis    donde se ha denominado análisis de control.
Al revisar la definición del control desde la organización, como un proceso que permite garantizar que las actividades reales se ajusten a las proyectadas, en las que se establecen objetivos de planeación, organización, dirección y toma de decisiones en un constante seguimiento y reevaluación para la consecución de unos objetivos y metas propuestas, como lo definen Stoner, Freeman y Gilbert Jr. (1996). Se puede observar que las definiciones de control en la organización y en la psicología psicoanalítica tienen un punto de encuentro en cuanto en ambos escenarios el control es un método que permite establecer parámetros que evalúan continuamente el desempeño de las personas, los logros, direccionamientos hacia el logro de un objetivo o una meta, sea en la organización o en un proceso psicodinámico.
Desde el punto de vista psicodinámico a nivel personal, el control en el individuo se instaura a través de la norma, la cual se configura durante la infancia con las figuras paternas, en especial con el complejo de Edipo, que se da en la etapa fálica del desarrollo psicosexual propuesto por Freud. Etapa donde se consolida la estructuración de la personalidad psíquica, ya que los niños entran en conflicto con sus impulsos sexuales y agresivos, los cuales debe regular ante la norma y la ley. Tal estructura sugiere Freud, consta de tres partes: el ello (deseo), el yo (razón) y el superyó (la conciencia).
El yo es la instancia que media entre el ello y el superyó, intentando regular las demandas normativas del superyó y que desarrolla diferentes mecanismos de defensa para obtener un mayor placer posible. El superyó, se consolida a partir de la internalización de las diferentes normas y prohibiciones provenientes del padre. Y el Ello que es la instancia de energía pulsional de forma inconsciente que puede ser erótica o destructiva. De acuerdo a cómo se introyecten las diferentes identificaciones con   las   figuras   paternas,   se   configura   el   mundo   interno   de   un   individuo   y   éstas   se


proyectarán al mundo externo en la naturaleza de sus vinculaciones con los otros en la organización.
De acuerdo con lo anterior, la función paterna tiene un papel importante en etapas muy tempranas del desarrollo de los individuos, ya que a través de él, éste constituye su psiquismo y sistemas de creencias en los individuos; como emblemas de identificación y como lo refiere Stoloff (2005, p. 3) citando a Freud (1932):
Que detrás de esta figura, digamos de este padre-función, se perfila el ideal del Yo, encarnación de los sentimientos sociales y de la moral. Esta es la razón por la que se piensa que el padre de la prehistoria personal es un precursor del padre simbólico y de la función paterna.
La organización puede verse como un escenario donde los sujetos interactúan con los diferentes miembros que la conforman, donde líder (o quien cumpla sus veces), ejerce funciones de una figura de autoridad y el individuo puede percibirlo inconscientemente como una figura paterna, al igual que sus compañeros de trabajo podrían asemejarse a sus hermanos; por consiguiente, la organización puede proyectar simbólicamente la naturaleza de las relaciones infantiles familiares y el tipo de autoridad que interiorizó en su mundo psíquico, a través de identificaciones y proyecciones de sus figuras significativas. Como lo afirma Klein (1959, p. 12)
Si contemplamos nuestro mundo adulto desde el punto de vista de sus raíces en la infancia, comprenderemos la forma en que nuestra mente, nuestros hábitos y nuestros enfoques se han ido construyendo a partir de las más tempranas fantasías y emociones infantiles, hasta llegar a las manifestaciones adultas más complejas y elaboradas.
La organización como institución socializadora, constituida por personas de las cuales depende para conseguir sus objetivos y cumplir las metas previstas, impacta en la vida del ser humano de forma positiva o negativa; según la forma como éste se inscriba en la naturaleza de sus relaciones, sistemas de creencias, ideologías y miembro activo de  un colectivo,  intervendrá  en  la realidad     psíquica  de  los  sujetos,  en


sus proyecciones, identificaciones, ideales y deseos inconscientes que ha construido a lo largo de su vida; donde la organización de forma simbólica vienen a cumplir con una función paterna en el imaginario de estos. Los sujetos se ven envueltos en un drama psíquico y cuyas obras pueden representarse según McDougall (1987, p.12) en el teatro de nuestra propia mente, o en el de nuestro cuerpo; ó pueden tener lugar en el mundo externo, utilizando a veces como escenario cuerpo y mente de otras personas o incluso las instituciones sociales
Las personas al interior de una organización adoptan un comportamiento con el cual pretenden proyectar una imagen que les permita ser reconocidas, donde en muchas ocasiones pueden tener actitudes infantiles con las cuales logran de sus figuras de autoridad un reconocimiento o llamar su atención. La organización, como lo menciona Kaës (1987, p. 657):
Define y delimita un lugar (un adentro/afuera), una economía de investiduras, una dinámica de los conflictos y sus modalidades de resolución. La tarea primaria es también una fuente de identificación que refuerza en los miembros el sentimiento de pertenencia a un conjunto, una profesión, saberes, ideales, etcétera.
Es así como los sujetos ven la organización como la familia; se participa en una serie de lógicas de control y que quien lo ejerce es quien tiene el poder de decidir el cómo y qué cosas se hacen; es decir, es quien toma las decisiones. Las distorsiones en la función paterna, reales y simbólicas, individuales, familiares o institucionales, van a generar alteraciones en la construcción del sujeto humano, en su identidad, en su proceso de individuación como sujeto autónomo, es decir en su grado y tipo de narcisismo, como lo    refiere Arvelo (2010, p. 6).
Siendo la organización un ente permanente, con ello asegura las funciones estables que son necesarias para la vida social y psíquica de los sujetos que participan allí, inscribiéndose en el espacio de lo sagrado, que configura ejercicios de control que


pueden usarse para tejer modelos de dependencia en las diferentes relaciones que se constituyen a nivel organizacional y generar sentimientos de placer o sufrimiento, que como lo refiere Käes (2004, p.3):
Si existe una realidad psíquica de (en) la institución, existe una fuente de placer y de sufrimiento para sus miembros. Placer y sufrimiento están ligados a las dimensiones organizacionales de la institución, y más específicamente a la realidad psíquica producida por la institución. Placer del cumplimiento de la tarea primaria, sostenida por las fantasías inconscientes y los ideales, sufrimiento asociado al incumplimiento del encuadre o al no-reconocimiento de la capacidad de sus sujetos.
Freud en 1915 con sus estudios sobre el inconsciente, plantea que a partir de lo reprimido, como pensamientos dolorosos, ideas y experiencias que guardan una carga emocional que produce angustia y que se percibe como una amenaza para los individuos, se genera un sufrimiento psíquico que los puede llevar a la frustración. Uno de los rasgos del sufrimiento organizacional es producido por el mal funcionamiento de la empresa, donde los niveles de satisfacción o pérdida de motivación y las relaciones de confianza son quebrantadas por parte de funcionarios y directivos, lo que causa un deterioro en la fortaleza de los individuos, causando una estructura yoica frágil y débil.
Las particularidades de una organización se deben distinguir a partir de la naturaleza de sus relaciones (liderazgo, control), las cuales se expresan el psiquismo de los sujetos a través de los sentimientos, fantasías y percepciones que se han conformado en una estructura de grupo; tales manifestaciones permiten comprender el comportamiento organizacional, que se ha caracterizado en el mundo interno como una compleja estructura interaccional intrapsiquica, por la cual se organizan los vínculos del grupo, las alianzas, pactos y contratos inconscientes que cuando entran en conflicto, aparecen síntomas como experiencias molestas y desagradables, de las cuales los sujetos se lamentan por sentirlas como dolorosas e indeseables.


Las relaciones en la organización y el control se inscriben en las subjetividades, en la experiencia psíquica fundamental que introduce al sujeto en el campo de la ley y el poder. A partir de las relaciones con sus figuras significativas y en especial con la función paterna, poseedor de un poder absoluto que constituye la autoridad, el sujeto logra experimentar esta autoridad como el padre. Dicha relación hacia su figura de autoridad permite comprender cómo puede ser placentera o displacentera la sumisión; en el dispositivo del poder convergen el discurso del orden y el imaginario social, que alcanza el control y la obediencia, encausando las conductas de los hombres a favor del poder institucional, siendo sujetos obedientes de amor y temor a la autoridad, disciplinados, marcados por el Nombre del padre, como lo refiere Lacan (1956).
En la organización, el control es un mecanismo por el cual se siguen unos lineamientos para la consecución de objetivos y metas; en la familia, más aún, en las figuras significativas, el control es un mecanismo de poder que se ejerce a través de la autoridad; es así como se encuentran objetos paternos permisivos, autoritarios u objetos paternos con autoridad. Una figura paterna autoritaria estricta y ceñida a las tradiciones familiares, donde las reglas y las normas son impuestas, ya que se pretende tener controlados a los hijos, puede dar como resultado unos hijos infelices, reservados y con dificultad para confiar en los demás. Una figura paterna permisiva, donde no hay reglas claras y que son poco firmes, donde no hay limites definidos ya que la figura de autoridad trata a sus hijos como sus amigos y que quieren complacer todos los caprichos de sus hijos, puede hacer que estos se vuelven exigentes, caprichosos y autoritarios. En la familia que cuenta con un padre con autoridad, que establece límites claros, no ejerce un control absoluto sobre sus hijos y demuestra una autoridad enseñando a sus hijos a ser responsables por sus acciones;, favorece el desarrollo de hijos independientes, seguros, adaptados socialmente y que confían en su entorno.
Es así como los procesos primarios y las diferentes identificaciones, proyecciones, que hace una persona en su infancia, entran en juego en su mundo interno a participar en forma de un teatro psíquico que lo lleva a interpretar indefinidamente los papeles del pasado, utilizando técnicas descubiertas durante su infancia  y  reproduciendo  con  siniestra  precisión  las  mismas tragedias  y  comedias  con


los mismos resultados, con idéntica cantidad de dolor y placer con la que se sintió. Estos dramas psíquicos resultantes pueden llamarse neurosis o perturbaciones narcisistas, adicciones o perversiones, psicosis o psicosomatosis, pero sus orígenes se encuentran en la necesidad de nuestro yo infantil de protegerse a sí mismo del sufrimiento psíquico (MacDougall, 1987, p. 15).
El malestar en la organización.
A medida que el hombre se ve inmerso en el mundo organizacional, inicia sus relaciones de objeto, donde los sujetos dan cuenta de un argumento interno (fantasía) del que este objeto forma parte, junto con su Yo, donde se puede pensar en la relación de objeto como la matriz estructural de esta fantasía inconsciente y a esta como el resultado de experiencias vivenciales. Toda experiencia humana produce un correlato psíquico que puede diferenciarse en un argumento y una estructura (Bernard, 2001 ). El argumento interno, es decir, las fantasías según Klein (1959, p, 4).
Representa el contenido particular de los impulsos o sentimientos (por ejemplo, deseos, temores, ansiedades, triunfos, amor o aflicción) que predominan en la mente en un determinado momento. () Las fantasías -que se van tornando más elaboradas y se refieren a una variedad cada vez más amplia de objetos y situaciones- continúan durante todo el desarrollo y acompañan todas las actividades; nunca dejan de desempeñar un papel importante en la vida mental.
La posición subjetiva que tienen los sujetos ante el mundo, el modo de entender y resolver conflictos ante los eventos exteriores que se le presentan se puede manifestar a través de las estructuras clínicas que propone la psicología psicodinámica: psicosis, perversión y neurosis y define que todos los sujetos tenemos una de las tres constituida, la cual se consolida en los primeros años de vida y se mantiene a lo largo de esta.
La teoría psicodinámica intenta comprender al ser humano desde las diferentes configuraciones que se han consolidado desde la infancia con las figuras significativas;


en    especial    con       la    función    paterna,        que    constituye    un    paso    importante    en    la
estructuración psíquica de los individuos y como función importante en la resolución del complejo de Edipo para que los sujetos puedan resolverlo adecuadamente.
La Planche y Pontalis (1996, p. 61) definen el complejo de Edipo con un conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta respecto a sus padres, donde la resolución positiva del complejo se da cuando los niños experimentan sentimientos ambivalentes hacia el padre del mismo sexo y deseo sexual hacia el padre del sexo opuesto. Es decir, se identifica como un ser sexual a sí mismo y las diferentes identificaciones, proyecciones que hace con su figura paterna lo integra a su mundo interno.

Al llevar el complejo edípico a la organización se pueden presentar sentimientos de ambivalencia ante la función paterna que cumple ésta, ya que en su teatro mental revive de alguna forma el escenario del conflicto infantil, ya que la organización es como si fuera su familia, donde los lideres o jefes pueden representar simbólicamente el padre de su infancia. Cuando un sujeto reprime su deseo hacia su objeto de amor y acepta la ley del padre, podría ser un neurótico; si el sujeto rechaza y no conoce la ley, tampoco ha instaurado lo permitido y lo prohibido podría tener una estructura psicótica; cuando se provoca y se desafía la ley, renegando y desmintiendo al padre se puede tener una estructura perversa. Tales estructuras psíquicas se pueden presentar en la organización y se pueden manifestar a través del control que se ejerce allí y de la manera como los empleados lo perciben.

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